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Alegría

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Toda una vida buscándola y la conoce a punto de marcharse a vivir  al otro lado del mundo. Tantos años persiguiendo un sueño que se desvanece a las pocas horas.

Porque Fernando encontró en Allegra lo que buscaba, además de la alegría de su nombre. Alegría, optimismo, diversión y una buena cabeza, ternura y genio, pasión y serenidad, todos los extremos, todas las variantes, todas las posibilidades en una sola persona.

Una exposición, una galería semivacía, poco público y nulo interés por lo expuesto. Fernando no tuvo el éxito de otras veces  en su galería, pero sí consiguió un premio,,, ¡una mirada!!, una sola mirada para darse cuenta de que Allegra era lo que estaba buscando.

Hablaron y hablaron, y sobre todo se escucharon mucho, con los oídos, pero con los ojos, la mente y el corazón, porque para escuchar hay que mirar, no solo poner una oreja.

Pero, además, Fernando escucha con el olfato, olisquea todo, y registra en su memoria los olores, creando un mapa de sensaciones inolvidable.

Una noche larga e intensa, y en la madrugada, Allegra le dice que ha conseguido la beca que soñaba hacía años y se va ¡a Australia!. ¿No podía irse más lejos?, antes de un mes se marchará. No quiere compromisos ni ataduras ahora que se ha decidido a dar un giro radical a su vida.

Fernando suplica y Allegra le promete una noche más. Pero solo una más.

Cada madrugada Fernando suplica y cada madrugada Allegra promete una noche más. Y cada madrugada, antes de separarse, Fernando bucea en los cajones de Allegra, llenándose de sus olores y robando a escondidas un recuerdo de ese olor.

Y otra, y otra, hasta 30 noches desde que se conocieron.

Allegra ha ido cediendo y aplazando su viaje, retrasando un adiós y una separación que en el fondo teme. Pero la decisión está tomada, no hay vuelta atrás. Y sin embargo, Allegra va perdiendo la alegría de su nombre.

La tarde antes de su marcha Allegra se prepara y acicala, Fernando la ha citado en su galería, en la que se conocieron, dice que tiene un regalo  para ella, en realidad, para los dos, y que no debe faltar.

Allegra llega presurosa, abre la puerta, sus ojos se llenan de luces de colores y sus narices de un aroma que reconoce como el suyo propio.

Al  fondo de la sala y suspendido desde el techo, Fernando ha creado una estructura diferente y especial. 30 camisas y camisetas de Allegra, de todos los colores, producto de sus hurtos de cada amanecer, 30 camisas,30 noches ,30 olores intensos de Allegra que Fernando se regala a sí mismo con esa estructura que permanecerá fija en su galería.

Al despedirse, Allegra reclama su regalo y Fernando se lo da.

Una foto. Una polaroid. Una foto y un texto.

“Por todas las noches que me has regalado” y Allegra vuelve a sonreír.

Han pasado los meses, la galería se llena cada tarde de visitantes, ha corrido la voz en la ciudad, hay una obra expuesta, se titula  Allegra  y emana un olor delicioso e inconfundible, que no desaparece, que permanece. Que es eterno,

Como Allegra.

 

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